viernes, 27 de agosto de 2010

No pinto lo que veo, pinto lo que sueño... (si tuviera una fotografía suya)

"...cuando conozca su alma, pintaré sus ojos"

Esta tarde, mientras descansaba después de un día pesado, mientras mi corazón descansaba en su recuerdo, mi mente descansaba con imágenes de su belleza, me visitó la gran musa, la que siempre me inspira, la que me acompaña, esa musa, tan especial, que me llena de inspiración.

Y recordé una canción que habla de la necesidad de tener la fotografía de esa persona especial, una fotografía que haga que la imaginación descanse un rato, esa fotografía que haga que el recuerdo se vuelva tangible, esa fotografía donde esté capturada la belleza de una persona.

Es una canción bonita, no metalera cuyos acordes son suaves, tranquilos como es el alma de la hermosa Araceli, sin embargo, jamás puede caber tanta belleza en una simple fotografía.


Claro que sí, yo también desearía tener una fotografía, como dice la canción, si tuviera una fotografía suya, algo que me haga recordarla, no me la pasaría todo el tiempo deseando... pero la verdad es que realmente una vez que esos colores de su alma han llenado, han pintado mi corazón, no se necesita de una fotografía para recordarla, tan solo hace falta leer alguna plegaria, mirar el cielo, o tan solo con escuchar alguna melodía y se forma inmediatamente esa imagen suya en mi mente. Pero, también sería bonito tener algo impreso de esa belleza, algo que refleje fielmente cada uno de sus razgos, que refleje fielmente el brillo de sus ojos.

Al visitarme esta tarde durante mi siesta despertina,  la hermosa musa se llevó las palabras para escribir en este blog, pero me dejó los colores de su alma, lo que en verdad es hermoso en ella, esa hermosura que estoy seguro jamás se perderá, al contrario, una hermosura que con el paso de los años será mejor.

Me dejó, pinceles, colores, trazos, inspiración para pintar o al menos tratar de pintar su belleza, tener mi propia impresión de su belleza, de su alma.

Tiene su alma alas blancas de gaviota
y pétalos de sueños infinitos,
olas desbocadas de rosas rojas
que hilan la marea de mi destino.

Es su alma ese fuego que derrite la nieve
viento que deshoja el silencio
corazón que destila un torrente
de dulces laberintos y misterios.

Al mirarla siento latidos nuevos de esperanza,
verdes praderas ebrias de rocío
que dilatan el tiempo
y lo envuelven en delirantes sedas.

Y, sin embargo, mujer, Araceli, musa,
meridiano infinito donde se juntan alma,
carne y mundo, aún me pregunto a diario
quién eres tú para inspirarme tanto.


Es ella pues una gran musa que cuando me visita me llena de color, me llena de motivos de inspiración, como diría Modigliani, "ahora yo te pintaré a tí, y si tengo suerte, algún día pintaré tus ojos..." Esos ojos donde se refleja su alma:




Para Araceli, gracias por los colores, la inspiración:

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