Estrella de la carretera (de grande quiero ser como el Checo Pérez

Recientemente, desde España una amable lectora de este blog, se tomó la molestia de dejar un comentario en este blog. En dicho comentario me comentaba que a veces este blog le parecía un poco desmesurado. Quizá lo más prudente sería bajarle un poco a la intensidad y emoción con la que escribo este blog. Es un comentario que se quedó rondando en mi mente durante todo el fin de semana. Tendrá razón? me preguntaba una y otra vez mientras repasaba algunas entradas que he escrito para este blog.

No podía sacar fácilmente de mi mente ese comentario, así soy yo, a veces me tomo las cosas muy a pecho, muy enserio, y hay ciertos comentarios, palabras, que se quedan en mi mente dándo vueltas y vueltas.

Y así llegó el domingo, como buen fanático del automovilismo me puse a ver las carreras programadas para el domingo pasado, empezando desde la F-1 y también por supuesto, la NASCAR Sprint Cup. Y sin embargo, se juntaron en mí dos pensamientos. Por un lado, ese pensamiento recurrente, de cada domingo en los que extraño mucho a Araceli, y por otro lado, las palabras de ese comentario. Una y otra vez la palabra "desmesurado" daba vueltas a la velocidad de los coches dando vueltas en el circuito de Indianapolis.

Fue entonces que recordé una canción que me gusta mucho, una canción cuyo video es de mis favoritos. Desgraciadamente no pude encontrar el video subtitulado, y si yo lo subtitulara sin duda cambiariá la letra del video y por supuesto, se perdería lo emocionante del video. A fin de cuentas la canción tan solo habla de un señor que no puede manejar a 55 (mph) que es la velocidad máxima permitida en los Estados Unidos.



Ah que buen video y que gran canción, ya anteriormente lo he dicho, si Araceli fuera un automóvil, sin duda sería un Ferrari, como el del video, suaves y finas líneas, un poderozo motor que es su corazón una elegancia total como su belleza y por supuesto, una calidad y perfección únicos.

Así que después de una buena carrera tuve deseos de tomar el automóvil y salir a toda velocidad por la carretera. Tratando de olvidar ese comentario y concentrarme en la belleza del paisaje, en las líneas de la carretera y en las señalizaciones del camino. Podría jurar que en cada cruce, en cada curva tan solo podía ver esta señalización:

Y fue entonces que empecé a recordar esa canción, "no puedo manejar a 55" que en México sería no puedo manejar a 90. Y así fue como llegué a esta conclusión.

Mi corazón es como ese veloz auto, como el Cadillac sin frenos de la canción de Sabina:

Incluso en estos tiempos

veloces como un Cadillac sin frenos,

todos los días tienen un minuto

en que cierro los ojos y disfruto

echándote de menos.

Incluso en estos tiempos

en los que soy feliz de otra manera,

todos los días tienen ese instante

en que me jugaría la primavera

por tenerte delante.

Incluso en estos tiempos

de volver a reír con los amigos,

todos los días tienen ese rato

en el que respirar es un ingrato

deber para conmigo.

Y se iría el dolor mucho más lejos

si no estuvieras dentro de mi alma,
si no te parecieras al fantasma

que vive en los espejos.

Incluso en estos tiempos

triviales como un baile de disfraces,

todos los días tienen unas horas

para gritar al filo de la aurora,
la falta que me haces.

Incluso en estos tiempos

de aprender a vivir sin esperarte,

todos los días tengo recaídas

y aunque quiera olvidar no se me olvida

que no puedo olvidarte.

Y sí, mi corzón es como un carro sin frenos, y tal vez diría como Sammy Haggar, no puedo manejar a 55, mi corazón no puede latir a solo 70 latidos por minuto. Si con tan solo escuchar su nombre, se acelera, si con tan solo contemplar su fotografía se desvoca, si con tan solo aprender sus palabras explota, mi corazón no puede manejarse a 70 latidos por minuto, si Araceli lo acelera, lo impulsa, lo inspira, lo emociona.

 

Y por eso es que aunque este blog y le doy a razón a Tamara (creo que es la persona que dejó el comentario) sí, puede ser que sea un poco desmesurado, puede ser que a veces se salga de control y termine estrellándome con alguna pared de olvido o tal vez de indiferencia, pero no puedo controlarlo, no puedo llevar mi corazón a 70.

 

Siempre que voy por la carretera pienso mucho en Araceli, cada centímetro cuadrado de asfalto me hace recordarla en su trabajo, cada señalamiento me habla de ella, bien podría decir que es ella, mi estrella de la carretera, la que me guía, la que me hace sentir, vibrar, me hace alcanzar más de 140 pulsaciones por minuto, con solo escribir su nombre y me hace pensar y desear que yo de grande quiero ser como el famoso piloto mexicano "Checo" Pérez, por que ella me hace a mí, sentirme como una estrella de la carretera, de las pistas, de los caminos de los sueños.

 

 

Y sí, no hay mejor combinación que una hermosa mujer, un veloz auto deportivo y una buena canción metalera, es toda una alegoría para soñar en un domingo de carreras.