sábado, 17 de abril de 2010

Pastillas para no soñar...

Después de una semana relativamente tranquila, recuperandome de una fuerte gripe, aún sin mucha inspiración, sin muchas cosas de que hablar, que contar, me puse a pensar en ella.

Estuve viendo una película, sobre un reportero, quien siempre en su columna diaria, escribía de una muchacha, un amor perdido. Y su jefa, directora del periódico le pone un ultimátum y lo manda a cubrir una nota para que deje de escribir sobre esa chica en la columna. Y lo manda a cubrir a la maestra que voló en pedacitos cuando la tragedia del Challenger... un megadramón... todos los niñitos llorando por la tragedia.

Sin embargo, la película no trata sobre ese asunto del Challenger, eso es algo incidental, más bien trata sobre las viviencias de este reportero, las cosas que descubre de su vida, de su pasado, de la gente que conoció en el pueblo, de donde era la citada maestra.

El caso, es que se involucra tanto en la vida de ese pueblo que después ya no le interesa la nota por la que lo habían mandado.

Como era de esperarse, su jefa lo anda buscando desesperada, y el, pues se anda escondiendo de ella, no responde sus mensajes ni llamadas.

Finalmente, la maestra se presenta hasta la puerta de donde se hospeda y le lleva la noticia que ha ganado el premio Pullitzer por sus notas sobre esa chica...

Y me puse a pensar, me falta mucho, estoy a años luz de escribir algo interesante en este blog, en obtener un premio, sin embargo, me enorgullece, mi máximo premio es que mi chica de mis sueños, (Araceli) lea este blog, por supuesto, también se agradece a cualquiera que se toma la molestia y el tiempo de leerlo. Lo que quiero decir, es que para mí el mayor premio, mucho más importante que un premio Pullitzer, sería ganarme el corazón de esa linda chica... Pero... la vida no es una película.

Sin embargo, me gusta soñar... Pero me encuentro con la canción de Joaquín Sabina, realmente, yo soy metalero, si, reconozco que me he ablandado un poco, quizá bastante, y a veces, recurro a la poesía, a la música romántica. Como el caso de Sabina, aunque musicalmente, no me gusta mucho, sin embargo, en sus letras escribe gran poesía. Aunque según el mismo lo dice, le queda muy grande el traje de poeta.

Comentaba el otro día, respecto a eso, en una entrevista que le hicieron, decía que ni era poeta ni múscio, más sin embargo, le gustaría escribir la canción más bonita del mundo.

Y me puse a pensar, quizá, lo que le falta es conocer a la mujer más hermosa del mundo, tener una gran musa y seguramente, entonces, logrará su objetivo.

Si alguien lo conoce, dígale que esa mujer existe, es mi musa, la de unos ojos hermosos, y un bello corazón. Yo no soy músico, poeta ni loco, sin embargo tengo una gran musa.

El otro día, me sorprendió en mis sueños (mi musa) y me inspiró a dibujarla, a intentar por lo menos trazar un boceto con esos bellísimos ojos que me iluminan, que me inspiran.

Y pensé, si Sabina la conociera, sin duda, ya habría escrito la canción más bonita del mundo...

Y bueno, aquí dejo mi versión de mi musa, la de hermosos y a veces tristes ojos. Si a Sabina le sirve de inspiración, adelante, que yo hoy tomaré una canción suya para dedicarsela a la mujer más hermosa del mundo, la que a su vez inspirará la canción más hermosa del mundo:

Yo no quiero un amor civilizado,
con recibos y escena del sofá;
yo no quiero que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar.

Yo no quiero vecínas con pucheros;
yo no quiero sembrar ni compartir;
yo no quiero catorce de febrero
ni cumpleaños feliz.

Yo no quiero cargar con tus maletas;
yo no quiero que elijas mi champú;
yo no quiero mudarme de planeta,
cortarme la coleta,
brindar a tu salud.

Yo no quiero domingos por la tarde;
yo no quiero columpio en el jardin;
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.

Yo no quiero juntar para mañana,
no me pidas llegar a fin de mes;
yo no quiero comerme una manzana
dos veces por semana
sin ganas de comer.

Yo no quiero calor de invernadero;
yo no quiero besar tu lunar
yo no quiero París con aguacero
ni Venecia sin tí.

No me esperes a las doce en el juzgado;
no me digas "volvamos a empezar";
yo no quiero ni libre ni ocupado,
ni carne ni pecado,
ni orgullo ni piedad.

Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
yo no quiero contigo ni sin ti;
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí.

Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.

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