
Basta con mirar su fotografía, perfectamente impresa en ese lugar donde convergen las emociones, los sentimientos, ese lugar donde científicamente convergen las venas y las arterias, ese lugar por donde su nombre circula las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
Con mirar su fotografía puede uno escribir muchas frases, puede uno incluso convertirse en un poeta, puede uno encontrar las mejores palabras. Puede uno percibir el efluvio de su belleza.
Al mirar su fotografía puedo decir que no hay otra flor tan brillante que asemeje siquiera su lindo rostro. Pero realmente, es la primera vez que mis ojos ven la belleza de una flor.
Miro su fotografía y veo las estrellas que circundan mi cuarto, escucho su belleza golpeando mi puerta, pidiendome que busque su oído, que encuentre un lindo verso que se parezca a su belleza.
Miro su fotografía y puedo decir que el amor existe, y que ese amor se debe a lo sublime que está en su corazón.
Miro su fotografía y mis manos se llenan del deseo de acariciar una flor que se parezca a ella, siento la urgencia, el deseo de cuidarla más que a mi corazón.
Mirando esa fotografía suya puedo darme cuenta que la perfección existe, la simetría que hay en su rostro, la perfecta armonía de todos esos elementos que lo componen. Todos ellos en perfecta sintonía con el sonido de su voz.
Mirando esa fotografía suya me quedaré dormido esta noche, soñando con conocer la alegría, la dulzura que su expresión refleja, en mi sueño estará ella alumbrando la obscuridad de la noche con las estrellas de sus ojos...
Así son los síntomas de la ARAFILIA, el apócope de MARTHAARACELIDIAZSANCHEZFILIA...

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